El periodo efesio o apostólico cubre desde el
día de Pentecostés (alrededor del año 30
d.C.) hasta el año 100 d.C.
El nombre de éfeso quiere desir «deseada».
Esta fue la iglesia o la
era de la iglesia más deseada de todas.
1. Una iglesia trabajadora:
«Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu
perseverancia».
Cristo elogió a esta iglesia primitiva por su fiel
trabajo de servicio
cristiano. Servir a Jesucristo es trabajar. Cristo conoce y
conserva todo servicio fiel "…Y quien dé siquiera
un vaso de agua fresca a
uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis
discípulos, les aseguro que no perderá su
recompensa". (Mateo 10:42).
[4]La iglesia primitiva
logró una expansión de la enseñanza del evangelio a través del
ministerio de los judíos
cristianos mayor que la que se logró desde el liderazgo de
la iglesia se tornó predominantemente gentil. Ni siquiera
con todos nuestros métodos
modernos de comunicación y nuestros viajes en
avión podemos igualar aquel éxito
evangelizador.
Es interesante notar que la apostasía y la indiferencia
fueron características de la iglesia de Jesucristo bajo
la
administración de los gentiles,
mientras que el evangelismo fue la característica del
liderazgo judío. La verdad profética que se
encuentra en Apocalipsis 7 lo resalta diciendo que la
próxima vez en la que se proclamará el evangelio
alrededor del mundo será bajo el liderazgo judío
cuando los ciento cuarenta y cuatro mil testigos judeocristianos
salgan a predicar el evangelio para alcanzar a una multitud
«tan grande que nadie podía contarla»
(7:9).
2. Una iglesia
separada:
«Se que no puedes soportar a los malvados».
La palabra griega para «iglesia» es
ekklésia, que literalmente quiere desir «llamados a
salir». Una verdadera iglesia es la que está en el
mundo pero no pertenece al mundo. Una de las cosas que
caracterizó a la iglesia primitiva, pero no a otras
iglesias, fue su rechazo a confraternizar con cristianos
débiles.
3. Una iglesia pura:
«Se que has puesto a prueba a los que dicen ser
apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son
falsos».
Inmediatamente después del día de
Pentecostés, Satanás sembró
cizaña en medio del trigo del Señor. Algunas de
estas cizañas se disfrazaron de apóstoles y
anduvieron por allí engañando en su inocencia a
algunas de las iglesias recién nacidas, ya que no
tenían copias escritas de las escrituras.
Por supuesto, Dios es fiel, y aquellas iglesias que lo
buscaban en verdad y que ponían a prueba a los
espíritus «para ver si eran de Dios» no fueron
engañadas. La iglesia de éfeso fue una de ellas y
no permitió que los falsos apóstoles la
engañaran.
4. Una iglesia
sufrida:
«Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin
desanimarte».
La estructura de
estas palabras indica muy claro que la iglesia de éfeso
era una iglesia consecuente, sufriendo a lo largo de toda su
historia en la
fiel propagación del mensaje del evangelio, sin
desanimarse, sino presentando osadamente el evangelio de
Cristo.
5. Una iglesia
autónoma:
«Aborreces las prácticas de los
nicolaítas, las cuales yo también
aborrezco».
La palabra «nicolaítas» proviene de dos
palabras griegas: niko; «conquistador, derrocador», y
laos; «la gente, los laicos». Parece que en los
primeros días de la iglesia, los seguidores de
Nicolás sostenían dos puntos de vista seriamente
heréticos.
La historia de la iglesia de Jesucristo es un ciclo continuo
de iglesias autónomas que se amalgaman en grandes
convenciones, o denominaciones, o jerarquías
eclesiásticas que con el tiempo se
vuelven apostatas. A su tiempo, esto produce la separación
del grupo
minoritario que procura ser fiel a las Escrituras,
autónomo, dependiendo solamente del Espíritu
Santo. Ciertamente, la iglesia de éfeso y la iglesia
primitiva apostólica tuvieron éxito en oponerse a
la obra de los nicolaítas, que más tarde
aceptó la iglesia de Pérgamo (Ap. 2:15).
B. La condenación de
Cristo:
«Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu
primer amor».
Habia solo una condenación en contra de esta iglesia
primitiva, pero se trataba de una muy seria. Aunque era fiel, de
forma inconsciente sucumbió en la tendencia natural de
permitir que aun la experiencia más maravillosa se
convirtiera en algo común.
C. El consejo de Cristo:
El Cristo de las iglesias le aconseja a la iglesia de
éfeso que haga tres cosas:
1. «Recuerda de donde has
caído».
Con firmeza, Cristo amonesta a los creyentes de éfeso
que recuerden la fidelidad de los primeros años y que
hagan un inventario de su
vida espiritual.
2. «Arrepiéntete».
Debían volverse de su frialdad e indiferencia a una
relación vital con Cristo.
- «Vuelve a practicar las obras que hacías al
principio».
Esto completa el consejo de Cristo y se levanta como una
prueba del amor de la iglesia.
D. El desafío de
Cristo:
El desafío que Cristo le presenta a la iglesia de
éfeso se divide en dos ramas especiales:
- «Oiga lo que el Espíritu dice».
"El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias".
Esta era una expresión del Señor Jesucristo que
aparece en muchas de sus parábolas (p. ej. Mateo 13:9). La
afirmación involucra a tres clases de individuos:
a. Los que no tienen
oídos: Por supuesto, esto no se puede referir a
los oídos físicos, ya que todos los tenemos.
Indiscutiblemente se refiere a aquellos que no se han puesto a
tono con el Espíritu Santo.
b. Aquellos que son
duros para oír: No todos los cristianos nacidos de
nuevo están dispuestos a oír al Espíritu de
Dios cuando les habla. El Espíritu Santo les recrimina a
los hebreos que eran "lentos para aprender".
c. Aquellos cristianos
dispuestos en el espíritu y deseosos de escuchar lo que el
Espíritu les dice a las iglesias (Santiago 1:22).
2. «Vida eterna para los que salgan
vencedores».
"Al que salga vencedor le daré derecho a comer del
árbol de la vida, que está en el paraíso de
Dios". El árbol de la vida, del que podrán comer
aquellos que salgan vencedores, es, sin lugar a dudas, el
árbol que se les prohibió a Adán y Eva luego
de pecar. Solo los vencedores comerán del
árbol de la vida. ¿Quién es un vencedor? 1
de Juan 5:4-5 nos da la respuesta «Porque todo el que ha
nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al
mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?».
Autor:
Julio C. Torres
[1] TIM LAHAYE Apocalipsis
sin velo editorial vida p.48
[2] VILA SCUAIN Nuevo
Diccionario
biblico ilustrado editorial Clie p. 281
[3] ELVIS L. CARBALLOSA
Apocalipsis editorial portavoz pp. 59-60
[4] TIM LAHAYE Apocalipsis
sin velo editorial vida p. 49
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